jueves, 8 de marzo de 2012

Historia a una simple imagen.

Pude parecer jocoso para algunos, bizarro para otros pero de una simple imagen se pueden sacar grandes cosas. Sentimientos reflejados, ese fue mi caso, aquí esta la historia:

La historia comienza cierto día cuando Dulce conoció a un chico llamado Carlos, bien parecido, con una mirada intrigante y un carácter un tanto frío que le atraía completamente. Comenzaron a hablar de su vida. Dulce le contó a Carlos que le apasionaba la pintura, fotografía y literatura, muchas artes en especifico lo cual hacia a Dulce una persona realmente pensante, sentimental y única. Carlos por el contrario le contaba que era un empresario un tanto frío y sin sentido, era metodológico y por lo regular repetía lo mismo todos los días cosa que Dulce nunca haría, ella comenzó a pensar en como sería mantener un romance con una persona distinta a su persona, se comenzó a interesar pero por parte de él no veía absolutamente nada y día a día sus ilusiones de estar con él eran nulas, le escribía poemas, le dedicaba sus fotografías, incluso lo dibujaba a escondidas, era tan grande su obsesión por este amor que se cegó completamente al grado de creer que era el único buen hombre en la Tierra.
Al pasar el tiempo Dulce cada vez se sentía peor, cada vez se sentía más destrozada hasta que un día Carlos la fue a visitar, llego de sorpresa a su casa y ella, como de costumbre, se encontraba en un balcón viendo a las personas pasar, esto lo hacía para poder inspirarse y escribir o tal vez llegaba un pequeño pajarillo a su ventana y así podía tomarle foto o plasmarlo en un cuadro, así ella se inspiraba. Al llegar Carlos no dijo nada solo se acercó a ella, ella mirándolo a los ojos le planto un beso, el beso más apasionado que pudo dar, Carlos no se alejó, no se quito, ni siquiera hizo una mala expresión solo sonrió y le dijo en voz baja -Temía que esto pasaría, lo temía tanto que por eso vine a verte, vine a verte para por fin sellar nuestro amor-, Dulce sin poder pronunciar alguna palabra grito, se emociono tanto que se le colgó del cuello de Carlos y al final de tanta emoción solo pronunció -¿Por qué tardaste? ¿Acaso nunca notabas que yo moría por ti?-, él asombrado le dijo: -Tenía una idea de lo que pasaba pero temía que por ser opuestos tu no me aceptarías, no después de saber más de mi vida, de mis actitudes, de mi pasado- Dulce sonrió, lo miro tiernamente a los ojos y mencionó: -¡Ay, tontito! Siempre te aceptare, no me interesa conocerte, sé que eres para mi-.
Y así fue pasando el tiempo, Dulce y Carlos cada vez eran más unidos, las personas ya conocían de su romance y fue cuando Dulce comenzó a notar diferencia de las personas que los rodeaban, sentía a sus amigas más distantes, sus vecinos ya no le hablaban ni siquiera se acercaban, todas sus horas del día la pasaba pegada a Carlos, Carlos y sus negocios, así era siempre, los únicos momentos de soledad era cuando Carlos tenía que atender ciertos negocios donde Dulce no podía aparecer entonces, la alejaba de todo mundo, la resguardaba completamente y después Carlos regresaba, regresaba con una actitud rara en los ojos, con ira, con violencia que después se le quitaba al besar a Dulce. Dulce, la pobre Dulce, no sabía a donde fue a parar, no tenía ni la menor idea de lo que le deparaba el destino, no tenía idea de nada hasta que se puso a investigar.
Cierto día Dulce fue a buscar a Carlos a su trabajo entonces le dijeron unos amigos suyos que no podía verlo debido a que estaba en un negocio sumamente importante, ella no se quedo con las ganas y exigió que su novio la fuera a ver, lo exigió tanto que los propios amigos se hartaron de ella y por fin la dejaron entrar a ver lo que Carlos realizaba, lo que Dulce no sabía era que al entrar a este espacio se iba a encontrar con una realidad tan difícil, tan fuerte que hubiera preferido jamás girar esa perilla.
Dulce por fin entro a la habitación, encontró a su amado con un cuchillo en la mano, había una mujer en la cama de la habitación, bañada en sangre, el rostro de Carlos no reconoció a Dulce y pensando que era un amigo suyo grito: -¡Por fin! Por fin esta mujer se fue, dejara de molestarme su recuerdo, por fin-, Dulce no tuvo más opción que salir corriendo de la habitación, tenía la mirada perdida, la piel totalmente blanca, estaba temblando, llorando, estaba confundida, no sabía que hacer debido a que si iba con las autoridades iba a perder a su amado por siempre pero si no iba el seguiría haciendo eso cada momento y mas personas podían haber sufrido. En ese momento todo se le venía abajo, no sabía si decirle a Carlos lo que había sucedió, no sabía si él se enteraría, qué pensaría, qué haría, pobre Dulce cada vez peor, decidió esperar a que Carlos la visitara y al ver la reacción de él tomaría una decisión.
Paso un tiempo largo y no había rastros de él, ella siguió esperando una vez más en su balcón hasta que cierto día al dormir alguien se acostó a su lado, la abrazo y le dijo en voz baja –Existen secretos que muchos no deben de saber, secretos íntimos, secretos que nunca deberían de ser buscados. Ahora que tu sabes la verdad tienes la posibilidad de cambiarla- Dulce abrió los ojos, no había nadie, tal vez fue solo un sueño pensó y se volvió a dormir.
A la mañana siguiente al despertar Carlos estaba ahí mirándola, ella no supo que decir, se quedo muda, él solo se acercó, le dio un beso y una vez más él se sintió a gusto, su mirada de ira se fue y Dulce olvido todo, incluso lo que había ocurrido la noche de ayer, incluso a la mujer cubierta por sangre, olvido completamente todo por querer estar con su amado siempre.
La primavera estaba ahí, Dulce estaba más enamorada que antes pues Carlos era cada vez más lindo, le llevaba flores, serenata incluso comenzó a tener un amor por la lectura, por la fotografía, por todo lo que ella hacía y Dulce con esto era completamente feliz pues había cambiado a un hombre frio por algo diferente o al menos así pensaba ella.
-Amor ¿tienes tiempo de salir conmigo esta noche?- menciono Carlos –Si amor, siempre tengo tiempo para ti, no se porque sigues preguntando- respondió Dulce con un tono de voz sereno –Quiero ir a cenar, necesito decirte algo importante- dijo Carlos por ultima vez, la beso en la boca y sin que ella dijera otra cosa el siguió hablando –Te veo a las 7:30pm, en el Restaurant que esta en la esquina de la casa- la abrazo y se fue.
Dulce estaba emocionada e intrigada, no tenía la menor idea de lo que iba a suceder, se puso la ropa más linda que encontró en su ropero, tacones, un vestido, perfume, los labios rojos, se veía hermosa, realmente hermosa. Al llegar al restaurant por fin vio a Carlos, él se veía igual que siempre pero esta vez tenía la mirada más serena, se veía lleno de vida, de amor, se veía completamente diferente. –Hola amor, hoy te vez bellísima, siempre te ves así pero hoy exageraste- menciono Carlos, Dulce solo sonrió y después dijo –Bueno, y a todo esto ¿para qué me citaste aquí?- -Sabía que era lo primero que me preguntarías al llegar, no quiero hacerte esperar más- dijo Carlos un poco emocionado y después se hinco, saco un anillo de su bolsillo y prosiguió diciendo –Dulce ¿quieres ser mi esposa?- Dulce se quedo sin palabra alguna, lo abrazo, lo beso, grito, expreso todas sus emociones en ese momento con un gran nudo en la garganta hecho por esa felicidad que sentía solo respondió –Claro que quiero amor, claro-.
Y así fue como Dulce y Carlos sellaron su amor por siempre, tuvieron tres hijos y murieron cuando eran ancianos y la historia termino… Sería bueno pensar que esto terminaría así pero no, desgraciadamente no acabo así, esta historia no termina en un final feliz.
Después de casarse los próximos días fueron completamente felices, llevaban una vida realmente feliz, los dos se querían, eran un matrimonio normal, común, nada fuera de lo cotidiano hasta que cierto día Dulce se preguntaba cosas de Carlos que no sabía, no conocía muchas cosas de él solo sabía que lo amaba pero ella tenía el interés por conocer más de su amado y fue cuando al preguntárselo a él tuvieran su primer pelea, Dulce se comenzó a sentir extraña debido a que Carlos jamás le había mencionado NADA de su infancia, nada de su vida, todo partió desde el día que lo conoció pero de antes no se sabia nada. Y claro esta, que Dulce no se quedo con las ganas de saber más y comenzó a investigar, con sus amigos, con su familia, incluso en internet, busco en la cosas que tenía Carlos en casa y fue cuando para su sorpresa encontró una caja en un escondite, una caja que jamás había visto, al abrirla encontró fotos, fotos de mujeres asesinadas, de la misma manera que había visto a Carlos aquel día en ese cuarto, día que quiso olvidar pero en ese momento recordaba más que nunca, cada foto en la parte de atrás llevaba escrito: “Unos cuantos piquetitos mi amor, solo unos cuantos para que no puedas estar con alguien que no sea yo” alado de este escrito venía un anillo, un anillo parecido al que ella tenía en su dedo. Dulce aventó el anillo, lo aventó con tanta fuerza que al estrellarse con la pared la hermosa piedra que tenía salió volando. Ay Dulce, pobre Dulce que por no hacer caso a aquellas advertencias hoy vas a pagar muy caro. Recogió sus cosas lo más pronto que pudo, dejo la caja abierta en el suelo y una nota en la cama que decía “Intente dejar pasar lo que un día vi pero hoy, al conocer la verdad, no puedo dejar pasar más eso. Siempre serás mi amor, te amo Carlos. Con amor Dulce” y ella se fue, se fue lejos lo más lejos que pudo hasta que cierto día Carlos la encontró.
Era noche, ella dormía y sintió que alguien se acercaba a ella lentamente al abrir los ojos era Carlos, esta vez tenía una mirada de odio, de decepción, de rencor era completamente diferente a como Dulce lo recordaba sintió temor, no quería verlo más y corrió, corrió lo más rápido que pudo pero no pudo abrir la puerta, estaba cerrada, le suplico a Carlos que no la lastimara, él se acercó, la beso y le dijo “Yo solo quería que fueras la mujer de mi vida, ahora comprendo que eres igual a las anteriores, jamás aceptaras mis errores y en cualquier momento huiras, te iras dejándome con la culpa y con la pena que cargo de este dolor, dolor de rechazo” después comenzó a arrancarle la ropa como una bestia, Dulce por más que gritaba, lloraba, suplicaba no podía hacer absolutamente nada.
La recostó en la cama y fue cuando pronuncio “Unos cuantos piquetitos” Dulce lloraba desesperadamente y solo pudo pronunciar –Carlos, te amo- y Carlos enterró el cuchillo en el corazón de Dulce, después en diferentes partes de su cuerpo, al entrar en razón su cabeza solo podía escuchar “Carlos, te amo. Carlos, te amo. Carlos, te amo” -¿Qué hice?- se preguntó Carlos, corrió lo más lejos que pudo, dejo el cuerpo de su amada en aquella cama y al pasar el tiempo el decidió que lo mejor para el era pagar por todo el daño que había hecho, entonces se dijo –Tengo que recuperar lo que algún día perdí por tonto- y así sin más, se quito la vida creyendo que de esta manera podía encontrar a Dulce o a alguna de sus amadas en otra vida, cosa que fue incierta, vivió atado a un alma sin descanso, un alma que día a día pagaba por aquellos errores, un alma que no podía recordar otra cosas más que “Carlos, te amo”.